Happy tour! Fit for Partnership in Germany
Recibí una invitación en octubre 2015, para participar en la convocatoria de Fit for Partnership with Germany; un programa del Ministerio de Economía Alemán, para capacitar a pequeños empresarios mexicanos en hacer negocios con Alemania. Cómo llegó a mi correo, quién sabe.
El programa consistía en un entrenamiento intensivo, durante un-mes-todo-pagado en Dresden, con una agencia de coaches de negocios, para enseñarte a vender tus productos en Alemania.
Un sueño.
Apliqué, recibí la noticia de que estábamos preseleccionadas en noviembre y fui a una entrevista con unas mujeres alemanas unos días después. Llegué puntual al edificio de la Secretaría de Economía, les presenté la empresa y el producto, hicimos una degustación, preguntaron cosas muy específicas y eso fue todo. La cita estaba programada para durar una hora y yo después de 15 minutos estaba de vuelta en el elevador rumbo a la puerta.
No estuve muy optimista después de mi cita exprés, pero dos meses después recibí una notificación de aceptación y no pude más que brincar de emoción. ¡Un mes gratis en Alemania, para aprender a hacer negocios internacionales!
Llegué a Dresden el lunes 6 de junio. En el aeropuerto me recibió un gran letrero:
Tan ocupada estuve semanas antes que no pude investigar nada sobre mi destino. Así que estando ahí, en medio de todos esos edificios, con nuestro guía dresdeniano de cuatro generaciones atrás, me enteré de que Dresden era el mejor ejemplo del Ave Fénix. Fue bombareada por los aliados en 1945 y luego arrasada por un enorme incendio; sin embargo, fue reconstruida con una maestría impecable (con las mismas piedras rotas y chamuscadas) y ahora es un monumento al renacimiento social y arquitectónico. Una emoción difícil de contener.
Creo que lloré cuando entramos al Zwinger.
El curso está enfocado la primera semana a capacitarnos sobre la cultura y la manera de hacer negocios en Alemania, luego visitaremos algunas empresas para conocer sus procesos y finalmente tendremos citas personales con nuestros propios clientes potenciales.
Mucho trabajo. Muchas expectativas.
Respiro profundo y espero que el jetlag pase pronto.
En mi primera exploración, por lo pronto, descubrí que en el supercito de al lado del hotel, hay un pasillo entero de mermeladas, y además todos los alemanes preparan sus mermeladas... En fin. Ellos creen que saben a qué sabe la fruta, pero nunca han probado un Happy Mango.
El programa consistía en un entrenamiento intensivo, durante un-mes-todo-pagado en Dresden, con una agencia de coaches de negocios, para enseñarte a vender tus productos en Alemania.
Un sueño.
Apliqué, recibí la noticia de que estábamos preseleccionadas en noviembre y fui a una entrevista con unas mujeres alemanas unos días después. Llegué puntual al edificio de la Secretaría de Economía, les presenté la empresa y el producto, hicimos una degustación, preguntaron cosas muy específicas y eso fue todo. La cita estaba programada para durar una hora y yo después de 15 minutos estaba de vuelta en el elevador rumbo a la puerta.
No estuve muy optimista después de mi cita exprés, pero dos meses después recibí una notificación de aceptación y no pude más que brincar de emoción. ¡Un mes gratis en Alemania, para aprender a hacer negocios internacionales!
Llegué a Dresden el lunes 6 de junio. En el aeropuerto me recibió un gran letrero:
Traté de leer. No entendí nada. Pero tampoco entendía a una mujer montando un oso, con una guirnalda de flores. Me sentía al fin tan extranjera que no pude más que sonreir. Estaba lejos de casa, muy lejos.
La llegada a Dresden y el recibimiento en el hotel fueron muy alemanes, todo a tiempo, todo listo, mi habitación perfecta con un letrero de bienvenida en español, un lindo detalle.
Al día siguiente la agenda del curso, las instrucciones, las recomendaciones y las peticiones (por favor, mexicanos, no hagan esto, no hagan aquello...) Y en la tarde, un breve tour por la ciudad.
Tan ocupada estuve semanas antes que no pude investigar nada sobre mi destino. Así que estando ahí, en medio de todos esos edificios, con nuestro guía dresdeniano de cuatro generaciones atrás, me enteré de que Dresden era el mejor ejemplo del Ave Fénix. Fue bombareada por los aliados en 1945 y luego arrasada por un enorme incendio; sin embargo, fue reconstruida con una maestría impecable (con las mismas piedras rotas y chamuscadas) y ahora es un monumento al renacimiento social y arquitectónico. Una emoción difícil de contener.
Creo que lloré cuando entramos al Zwinger.
El curso está enfocado la primera semana a capacitarnos sobre la cultura y la manera de hacer negocios en Alemania, luego visitaremos algunas empresas para conocer sus procesos y finalmente tendremos citas personales con nuestros propios clientes potenciales.
Mucho trabajo. Muchas expectativas.
Respiro profundo y espero que el jetlag pase pronto.
En mi primera exploración, por lo pronto, descubrí que en el supercito de al lado del hotel, hay un pasillo entero de mermeladas, y además todos los alemanes preparan sus mermeladas... En fin. Ellos creen que saben a qué sabe la fruta, pero nunca han probado un Happy Mango.
Tshüss!
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