El sentido de urgencia y los proveedores de etiquetas


Tenemos un pedido exprés para Filipinas y necesitamos etiquetas diferentes a las que usamos por lo regular en México. El impresor me envío una cotización, me entrega en cinco días hábiles y me cobra 11mil pesos. El precio me parece una exageración, pero siempre se puede cotizar con otros. Sin embargo, como también estoy resolviendo las compras de Navidad, las fotos para la nueva página web, el catálogo en inglés, los pedidos regulares y los pedidos de navidad que ya empiezan a caer, hacer un trámite tan sencillo como cotizar con otros impresores se vuelve casi imposible. 
Se va al lugar 45 de la lista de pendientes.

Un buen amigo aparece de pronto y le cuento mi drama con las etiquetas, a lo cual él responde que su proveedor de etiquetas me puede entregar de un día para otro.
La vida es buena, pienso.
Estoy conciente de que cumplir un compromiso de 24 horas resulta un sueño para cualquier impresor mexicano que jure tenerlas en ese plazo, pero si me entrega con un día de retraso aún me funciona. Obvio, me costarán un poco más que si las hubiera mandado a imprimir con tiempo, pero nunca tanto como esa primera cotización de 11mil pesos. 
Le envío los archivos, me entrega no en 24 sino en 48 horas como había previsto, y soy muy feliz.

Entonces viene mi reflexión: ¿cómo hacen para tenerlo en 24 horas cuando otro impresor me dijo que necesitaba cinco días hábiles?
La impresión de mis etiquetas, evidentemente, está retrasando la impresión las etiquetas de alguien más. En este caso me pregunto qué tan positivo o negativo puede ser para la imprenta ofrecfer este servicio. ¿Tienen acaso una máquina sólo para trabajos urgentes? Lo dudo. Y si fuera así, al tener muchos trabajos urgentes, llegará el momento en el que al menos uno saldrá tarde. 
El impresor, aunque cumplió, me está maleducando al darme como plazo 24 horas, pues en otro momento querré también que se cumpla ¿y si entonces son mis etiquetas las que salen tarde?
Recuerdo cuando trabajaba en NCCEP que los gringos nos daban plazos inamovibles para la entrega de documentos, si nos retrasábamos, simplemente no aparecíamos en los catálogos. 

No me parece un proceso profesional hacer caso al sentido de urgencia. Estamos maleducados en este país ¿cuántos créditos de infonavit  están retrasados, cuántas luminarias fundidas, cuántos siguen con trámites retrasados en la cárcel, en los hospitales, en los albergues, porque alguien más tuvo un sentido de urgencia?

Lección para HM:
Respetar los tiempos de entrega para que todos los clientes sean felices.

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