El proceso de empaquetado

Empacar es parte clave de nuestro trabajo.
Y tuvimos que aprender la lección a la mala: después de muchos frascos rotos y clientas furiosas. ¡Pues qué querían! Nosotros hacemos mermeladas, empacar es otra cosa... 

Las mermeladas están envasadas en frascos de vidrio que se pueden romper, con tapas de lámina que pueden golpearse y abollarse y además son pesadísimas (una caja de 24 piezas pesa 10 kilos). Si a esto le sumamos que quedan en las manos salvajes de los hombres de la paquetería, el porcentaje de riesgo es altísimo. 

Pasamos mucho tiempo ideando el empaque perfecto, es decir, algo que fuera barato y eficiente y que no nos hiciera perder horas embalando mermelada por mermelada. 
Pasamos por todo:
La burbuja, no sirvió. Era carísimo y resultaba una pérdida de tiempo cubrir pieza por pieza.
Luego intentamos cubrir solo la base de la caja con burbuja y tampoco funcionó. Carton, cajas reforzadas... 
Finalmente descubrimos el cacahuate biodegradable, lo compramos por internet en Uline y llegó al día siguiente a hacernos felices.

Me gusta empacar, pienso que cada cliente recibe la caja en su puerta como si fuera “un regalo”, así que nos esforzamos por enviar el producto en cajas bonitas y limpias y muchas veces les mandamos regalitos para que la sorpresa aumente. 

En Alemania me enseñaron que un producto de calidad nunca es suficiente, así que siempre hay que buscar ese “extra” para mantener clientes leales y felices. 

Ahora practico el Happy Art. ¿Alguien lo notará? 







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